lunes, 10 de diciembre de 2007

DE VUELTA A LOS ORÍGENES DEL PERIODISMO

Por: Alejandro Villate

Mi pasión por el periodismo nace y muere en la literatura. De la mano de autores como Onetti, García Márquez, Borges, Fuentes y Cortázar, aprendí erróneamente que el periodismo era una suerte de primera instancia para hacerse escritor. Y digo erróneamente porque la primera instancia nunca fue haber trabajado para Marcha, Sur o El Heraldo; la verdadera primera estación de estos embriones de escritores fue la lectura, el conocer a los grandes narradores de todas las épocas.

El periodismo, en mi opinión, se trata de eso: de contar historias. Claro que no es ‘narrar por narrar’, como lo advierte Tomás Eloy Martínez. El periodismo es mucho más que eso, supone un compromiso inmenso con la verdad, y de allí su distanciamiento de la literatura, escenario de varios mentirosos y recurrentes hacedores de ardides. Por esto, y dadas tales condiciones sobre el acercamiento a los hechos, se llegó a proponer que cada quien, periodista o escritor, se ocupara de lo suyo y cuidara las intromisiones de su nariz.

El fracaso de esta ruptura se evidenció con la llegada del Nuevo Periodismo, cuyo principal objetivo pretendía conciliar ambos campos a través de crónicas, novelas de no-ficción y el uso de un lenguaje mucho más literario en los textos periodísticos. Fue durante el auge de esta tendencia periodística cuando muchos escritores se aventuraron en el periodismo, y, sin siquiera pretenderlo, llegaron a proponer la duda sobre la necesidad de estudiar tan vituperado arte.

Muchos de los grandes periodistas nunca asistieron a una facultad de comunicación y periodismo, la mayoría de ellos se hicieron grandes periodistas jugando a serlo. Y ahora que lo pienso mejor, mi pasión por el periodismo nace y renace en la literatura: quién escriba bien que escriba, al escritor sólo le corresponde tener talento, dice un huraño y legendario periodista uruguayo. Un buen escritor, mientras tenga respeto por su lector puede hacer las veces de periodista.

Ser conciente de las necesidades del público, respetar su deseo por conocer los hechos de la manera más objetiva posible, investigar un hecho hasta agotar sus diferentes ángulos, son algunas de las características de un buen comunicador y responden a su ética profesional. Sin embargo, esta ética se encuentra ávida de complementarse con una estética que sólo puede venir de la literatura.

En últimas, mi intención se reduce a revindicar un conocido dicho: para aprender a escribir se necesita saber leer; o como lo confiesan las palabras de la periodista argentina Leila Guerriero: “enseña más cosas sobre cómo escribir cualquier novela de John Irving o la historieta Maus, de Art Spiegelman, que cinco talleres de escritura periodística donde se analice concienzudamente la obra de Gay Talese.” Aprender a ser periodistas es un trabajo que se construye en su mayoría fuera de las aulas, se forja con gratitud y reverencia a los narradores eternos, suspendidos en el tiempo, esos rebeldes anacrónicos. Ser periodista se logra, literalmente, si recordamos cuatro sencillas palabras: Nulla dies sine linea,



Publicidad y Tabaco. Una mirada breve a Colombia respecto al resto del mundo

Por: Ricardo Llano G.

Hoy el mundo se mueve con una tendencia que favorece la salud de sus habitantes y pretende limitar los espacios de publicidad para productos como el tabaco. La meta, reducir la influencia, además de la exposición a dicho producto. Esta guerra en contra de los patrocinios y la publicidad se ha dado con especial énfasis en los escenarios deportivos, a pesar de las millonarias pérdidas por la salida obligatoria de los dineros de las empresas tabacaleras de las diferentes actividades deportivas. En Colombia la legislación ha tocado el tema desde 1974, pero no ha sido suficiente o apropiada.

El 2005 presenció como las prohibiciones de la Unión Europea obligaron a la Formula Uno a sacar a sus patrocinadores productores de tabaco. Esto significó un golpe que afectó a cinco escuderías: Ferrari patrocinado por Marlboro; McLaren, West; Renault, Mild Seven; BAR-Honda, Lucky Strike y Jordan,Benson and Hedges.

En total, dejaron de percibir 364 millones de dólares según reportó el portal de la Formula Uno en Internet. Esta situación obligó a las escuderías a promover sus productos en países en los que todavía no se aplicaban dichas restricciones sobre marcas de tabaco, como el Gran Premio de China.

China ratificó la Convención de control al tabaco de la Organización Mundial de la Salud en septiembre de 2005. Esto obliga al gigante asiático a sacar de todo evento deportivo los patrocinios de marcas tabacaleras en los próximos cinco años. Obvio, viene Beijing 2008, toca dar una buena y saludable imagen. Esta acción hace que la Fórmula Uno pierda 170 millones de libras esterlinas al año por el patrocinio de este circuito.

Esta tendencia no es exclusiva de la gran carpa del automovilismo. A pesar de las millonarias perdidas en publicidad y patrocinios, la ley cada vez más reduce los espacios para dicho tipo de difusión. Tendencia que, a pesar de la legislación colombiana todavía no logra imponerse.

Un estudio publicado a principios del 2007 por el Instituto Carlos III, escrito por Antonio Sarria, trata el tema de la publicidad tabacalera, sus efectos y la legislación en España. En dicho escrito se resalta el hecho de cómo la publicidad “genera modelos de comportamiento, crea necesidades entre la población y estilos de vida”[1]. Es por este poder de la publicidad que se le declara la guerra al tabaquismo, la causa de muerte evitable más frecuente en el mundo hoy. Evitar la exposición de los jóvenes, sobre todo, a dichos productos y evitar esa generación de modelos de comportamiento.

Esta propensión a declararle la guerra al cigarrillo viene desde los años 60’s cuando los estudios de Richard Doll y Bradford Hill (publicados por el British Medical Journal en 1954) demostraron los efectos negativos del tabaco sobre la salud. Desde entonces comenzó a darse, sobre todo a principios de los años noventa una serie de leyes alrededor del mundo para limitar la publicidad del tabaco. Un estudio publicado por Toxic Substance Borrad de Nueva Zelanda entre 1986 y 1977 demostró como disminuía el consumo de cigarrillos a medida que se limitaba la publicidad de dicho producto.

Francia, en 1993 tomó la primera acción en agresiva. Prohibió los patrocinios y la publicidad en cualquier evento deportivo, el resto del mundo iría adoptando legislaciones similares. En Colombia el gran marco para la publicidad es el acuerdo 004 del 2004 de la Comisión Nacional de Televisión. Dicho acuerdo decía originalmente en su artículo segundo: “Se prohíbe en televisión todo tipo de publicidad de cigarrillo, tabaco y bebidas con contenido alcohólico”. Medida amplia, pero clara, al igual que en el resto del mundo, cero publicidad de cualquier tipo en los mencionados escenarios. Igual que en la Fórmula Uno.

Para algunos, la norma fue muy ambigua, muy amplia, era mejor hacer algo al respecto. En el deporte colombiano los más afectados eran Águila con su patrocinio a la Selección Colombia y Mustang con el apoyo a la Copa Mustang, torneo de fútbol nacional. Pero en el país de Hades, dios de la riqueza, pronto apareció el proyecto modificatorio al acuerdo 004 aclarando exactamente qué estaba prohibido. Los patrocinios se salvaron.

El parágrafo 2 del artículo segundo consideró que no era publicidad: “Aquellas referencias del nombre de una marca o empresa productor de cigarrillos, tabaco, y/o bebida con contenido alcohólico relacionadas con el patrocinio de un evento deportivo o cultural…”.

Si en la Fórmula Uno trabajaran estos genios colombianos, expertos en el manejo del lenguaje, estos leguleyos nacionales con maestría en buscar el quite a la norma, Malboro todavía estaría reluciente en el alerón trasero del campeón actual, Kimi Raikonnen. Ni siquiera los cultos delegados de los países europeos ante la Unión Europea hubieran podido parar a este ejército de mañosos que habita nuestro país.

Hoy Águila sigue siendo el patrocinador oficial de la Selección Colombia y todos sus hinchas, desde pequeños niños ven en toda entrevista a dos espectaculares mujeres colgadas del hombro del jugador luciendo la marca y los colores de una bebida alcohólica. Hoy en Colombia el torneo más importante del deporte nacional lleva el nombre de una marca de cigarrillos. Si usted es hincha, de cualquier edad, pregunta por la copa Mustang, qué es Mustang, cigarrillos.

Dónde manda la plata, no manda la salud. Así parece suceder en Colombia, uno de los pocos lugares en el mundo en el cual las tabacaleras todavía encuentran espacios en escenarios deportivos para posicionar sus productos entre los asistentes y fanáticos del deporte. Uno de los pocos lugares en el mundo en el que priman intereses económicos, sobre el mejoramiento de la salud de los colombianos.

[1] SARRIA, Carlos. Marco legislativa y estrategia de la industria tabacalera en relación a la publicidad en España. Instituto Carlos III, 2007.